El entrenamiento es parte de quien soy. De hecho, casi vi la sala de pesas como la causa de que me impidiera lidiar con las cosas que evitaba y, de alguna manera, esto puede haber sido cierto. Sin embargo, lo que iba a aprender era que el gimnasio no era un escape de las cosas, sino una entrada al mundo de la realidad tal como yo lo conocía.
Fue el lugar donde pude encontrar inspiración y motivación, donde tuve que lidiar con algunos de los mayores desafíos de la vida. Y donde he tenido algunos de mis mejores entrenamientos, ideas de negocios y negociaciones. En la sala de pesas, forjé amistades poderosas, mantuve sesiones de terapia y logré algunos avances sobresalientes hacia el logro de mis objetivos.
Para mí, y para muchos otros en todo el mundo, la sala de pesas no es solo un lugar para entrenar, sino más bien un templo tipo zen, un lugar simbólicamente más alto donde traemos nuestras esperanzas, sueños y aspiraciones. Un lugar donde nos comprometemos con una disciplina personal agotadora y el desafío continuo de mejorar: cinco libras más en la barra, una repetición más, otra libra de masa muscular, otra libra menos de grasa corporal, más autocomprensión. Si hablamos en serio, es una forma de vida.
La sala de pesas es un lugar donde las pruebas nunca terminan. Es el lugar donde nos ponemos a prueba continuamente. Luchamos por alcanzar una meta y, en cuanto la alcanzamos, hay otra y más difícil de cumplir.
Y al igual que en el reino de las matemáticas, los números no mienten. Si su objetivo de entrenamiento es hacer banco de 350 libras., 345 o 349 no lo cortarán. Solo hay una respuesta correcta: 350. En la sala de pesas, aprendemos lo correcto de lo incorrecto, lo bueno de lo malo.
Es un lugar donde, en nuestra determinación de mejorarnos a nosotros mismos, aprendemos a controlarnos y a realizarnos a nosotros mismos. Como en gran parte de la vida, es posible que las cosas no siempre salgan como queremos, pero en la sala de pesas entrenamos para tratar de moldear el resultado de nuestras metas lo mejor que podamos.
En nuestros programas y rutinas, tratamos de descubrir la forma correcta de entrenar, de "mirar hacia adentro" y profundizar nuestra comprensión de lo que estamos haciendo. Enfatizamos la práctica diaria y una concentración enfocada en la tarea en cuestión, para que podamos intentar alcanzar la perfección. Esto significa excluir los pensamientos negativos o extraños y controlar todo lo que necesita.
Al igual que con cualquier desafío difícil, habrá sacrificios, decepciones, ansiedades y frustraciones y, muy probablemente, lesiones. Pero estas pruebas, si sobrevivimos, nos hacen a todos mejores y más fuertes. Lo que aprendamos en la sala de pesas nos preparará para los golpes al cuerpo que nos lanza la vida.
Durante la crisis más grave de mi vida, fui al gimnasio a entrenar y aprendí más sobre mí en ese día que en cualquier otro momento de mi vida. Estaba solo, y al hacer un movimiento tras otro, la intensidad de mis emociones seguía creciendo por dentro, desde la ira extrema hasta el miedo abyecto.
No puedo decirte cómo entrené o el peso que usé, pero puedo decirte que trabajé tan duro que las lágrimas me corrían por la cara. Esto no fue llanto, sino lágrimas de rabia, miedo y finalmente, lágrimas de felicidad.
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