Los hombres jóvenes, al parecer casi universalmente, comen rápido. Se desconoce si siempre tienen prisa o si fueron criados por una familia de lobos que en cualquier momento podrían arrebatarles la chuleta de cordero. Sin embargo, una cosa es segura es que si su hábito de comer rápido continúa hasta la edad adulta, corren el riesgo de tener mayores reservas de grasa y desarrollar diabetes tipo 2.
Comer rápido se correlaciona con comer más; no deja suficiente tiempo para que las hormonas que suprimen el hambre como la grelina, el péptido hormonal YY (PYY) o el péptido 1 similar al glucagón (GLP-1) se activen. Por lo tanto, los chicos lobo no tienen esa sensación de plenitud hasta mucho después de haber dejado la mesa para ir a retozar por el bosque.
Además, comer rápido no deja suficiente tiempo para que la insulina haga su trabajo. Los nutrientes no se envían a la dirección correcta. Terminan en el buzón gordo en lugar del buzón muscular.
Los científicos han estudiado este fenómeno más de una vez. En 2006, investigadores japoneses estudiaron la relación entre la alimentación rápida y el índice de masa corporal (IMC). Observaron los hábitos alimenticios de 3737 hombres y 1005 mujeres y les pidieron que categorizaran su velocidad de alimentación como "muy lenta", "relativamente lenta", "relativamente rápida" y "muy rápida"."Cuanto más rápida era su velocidad para comer, más gordos estaban.
Otro estudio realizado en 2008, nuevamente en Japón, analizó los hábitos alimenticios de 2704 hombres y 761 mujeres durante un período de un mes. Al ajustar por edad, ingesta de energía y estilo de vida, los consumidores rápidos mostraron un aumento gradual estadísticamente significativo en la resistencia a la insulina.
Un estudio más reciente de Lituania en 2013 analizó tanto la resistencia a la insulina como la diabetes tipo 2. Los científicos reclutaron a 234 personas que habían sido diagnosticadas recientemente con diabetes tipo 2 y compararon sus datos con 468 personas que no tenían diabetes. Los comensales rápidos tenían el doble de probabilidades de tener diabetes tipo 2 que los que comían lento o a velocidad normal.
Claramente, comer rápido es un mal hábito en lo que respecta a la salud y verse bien desnudo. Comer despacio, por otro lado, transmite varios beneficios:
Para ralentizar su alimentación, simplemente deje el tenedor o la cuchara después de cada bocado. Esto te obligará a ser más consciente de tu alimentación.
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